miércoles, enero 11, 2012

ENERO MUSICAL, DÍA 11: Penny Lane/Signos

*Disclaimer: Durante el mes de enero, Gerson estará jugando en su blog el famoso meme de Facebook: 30 días, 30 canciones. Los siguientes post serán una mezcla de melodías con anécdotas personales. Participa en los comentarios respondiendo la pregunta de la entrada o comparte tu opinión sobre la rola del día. Por tu atención, mil gracias.

Día 11. Una canción de tu banda/intérprete/músico favorito. ¿Por qué una? Yo nunca pude casarme con un grupo y si ese fuera el caso, pondría todas las canciones de los Beatles en este espacio. Ya salieron muchas de los Fab Four y al reto le hace falta variedad. Lo que más escucho es música, de todo tipo. No me limito a un género y difícilmente le echo tierra a otro. Así que hoy ampliamos la respuesta a dos, una en inglés y otra en español.

No sé por qué de niño, al escuchar esta canción pensaba que hablaba de nostalgia. Sabía muy poco de inglés pero Penny Lane fue la primera canción que acepté de los Beatles que no fuera del estilo “She Loves You”. No me imaginaba que la melodía habla de una calle y de un lugar en la ya mítica Liverpool, menos de los curiosos habitantes de este microuniverso de recuerdos. Ya de grande, no pude dejar de compararlo con las calles de mi infancia. Digo, no había barberías ni policías ingleses, sin embargo, está el tianguis (mercado ambulante) más grande de América: el de la San Felipe de Jesús, de la Barcaboa los domingos, del olor a tierra mojada mientras mi abuelita barría la calle temprano, a la Sonora Matancera, los higos del árbol que apenas dejaba pasar unos rayos de luz y sonrisas por doquier.

Paul McCartney pudo capturar la esencia de los días primigenios en sonidos y silencios. El inicio es como un trinar de pájaros, es como subirse en bicicleta a ver el paisaje que te van descubriendo. Penny Lane está en los oídos y en los ojos, vive en ellos mientras derraman una lágrima al escuchar las campanas que entran, una trompeta llega y le da una personalidad diferente, como si celebrara la vida pasada en cada nota, juguetea con la canción hasta que la seduce. Es un viaje para la mente hacia memorias no vividas, hacia tiempos más inocentes a los que siempre se puede volver al compás de The Beatles.



A veces oímos pero en verdad no escuchamos. No fue sino hasta que Gustavo Cerati sacara sus 11 episodios sinfónicos que realmente aprecié esta canción, no el cover arreglado para orquesta, sino el original, al que volví como a la mujer que no viste lo hermosa que era hasta un día después. En esas noches en las que vivía de escuchar música la complicada letra llegó a mí como una revelación, algo que no puedes explicar con palabras pero entiendes a la perfección, aunque no tenga coherencia: “No hay un modo, no hay un punto exacto. Te doy todo y siempre guardo algo”.

Así en la revisitada musical me topé con una introducción épica e hija de las grandes glorias de The Cure, la guitarra en loop infinito tocando, grandes explosiones huecas alrededor para que entre un piano a elaborar la columna vertebral de la pieza. Aquí los acertijos son reveladores “Si estás oculta, ¿cómo sabré quién eres? Me amas a oscuras, duermes envuelta en redes”. Cerati logra una poética años luz de la palabrería barata de Ricardo Arjona, se desenvuelve en el rock pop y logra una potencia y profundidad que sobrepasa lo superficial de toda una década.

Al escucharla, yo siempre me imagino (nunca sabré si era la intención) una relación ambigua entre un hombre y una mujer en un intento por definirse, pero que se recrea en la misma confusión. Me encanta por la pasión que se desborda en la rola misma, de mis favoritas de Soda Stereo y de las básicas en mi vida:



¿Tú qué banda y qué canción elegirías?

Nos vemos en el futuro.

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