miércoles, diciembre 02, 2009

LA MADRUGADA POSITIVA

¿Por qué la vida se empeña en cambiar a cada instante?

No lo sé. Creo que la actitud positiva que tengo hace que las cosas cambien más rápido, incluso cosas que no me esperaba que salieran de su estado. La vida a veces parece que hace días en serie, uno igual al otro; pero si miramos a detalle podemos ver las sutiles diferencias que generan los cambios del futuro.

Ya quiero que sea el futuro, el presente no es tan chido. Ya quiero que sea la peda, la liguilla, la taquiza, el sorteo mundialista, la aventura, la navidad y el año nuevo, quizá una posada. Tal vez lo decía de mamada pero ya no soy el mismo que hace cuatro meses y mucho menos que hace un mes. Aún lidio con mi carácter pero puedo decir que mi traje depresivo está muy bien en el bote de basura.

La vida se empeña en presentarme situaciones similares, como la otra vez va a empezar el año y tengo para solventar mis gastos, gracias a Dios. Depende de mí tener un ingreso más grande, hacer más, disfrutar más, limitarme menos, reactivar los sueños que guardé en la cabeza, montarme la sinergia del cambio que han significado este año.

Estoy contento y no puedo dejar de decirlo, contento con o sin motivos, sólo porque sí, por la música, porque bajé de peso, porque le eché ganas… hay cosas que no necesitan justificación y a veces con eso es suficiente. Ya era mi hora de aceptar lo que hay detrás del espejo, del monitor, de las palabras y de no negar lo que los demás no ven. Sentirme bien conmigo, ya me hacía falta.

¿Por qué, destino, eres tan inesperado, tan mamón? Me das un mes en la banca para devolverme a la jugada con nuevos bríos. Algo he de haber hecho bien en este tiempo, algo bueno entre tanta regada, como una semilla que en el tiempo de la siega se ha vuelto una multitud de fruto.

¡Qué va ser invisible! Con un poco de polvo se notan mis siluetas. Dejo de forzar mis brazos en pelear con el mando para sentarme a disfrutar el paisaje mientras el barco toma su propio rumbo. Ando en busca de quien se quiera unir a este viaje, a uno que nunca debí abandonar: el de sentir a flor de piel cada instante de la vida. Olvidarse de las vicisitudes del regreso para cantar en medio de la calle con enemil cervezas encima, sonriéndole a la luna llena.

Me he dado cuenta que muchas cosas que deseé para mi plan de vida ya las tengo. Encontrar el amor y el dinero más allá de las cuatro paredes es el reto. Al menos me la pasé bien en esta madrugada positiva, una de tantas en estos últimos días y que han sido ambientadas, entre otras melodías, por un recordatorio sonoro de lo que Lenny Kravitz cantara hace 20 años y que ahorita suena igual de fresco, atemporal, así como es el amor:



Nos vemos en el futuro.

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