martes, septiembre 29, 2009

MAÑANA DE PERROS



Habían pasado 15 minutos y el tren estaba justo entre Hidalgo y Juárez. Yo estaba rodeado de gente que ocupaba cada espacio posible del vagón. Comenzaba a hacer calor. El metro no tenía intenciones de moverse.

Ayer, como hace una semana, caminé un rato por avenida Reforma y entré a la estación Hidalgo. Creí que tendría suerte como el 28, día en el que curiosamente casi no había gente en el metro a pesar de la borregada que se junta en la iglesia cercana. Retrasos en la llegada de los trenes hicieron el desmadre. Quince minutos después de esperar por fin me pude subir a uno. No sabía lo que me esperaba después...

Si bien no es la primera vez que me pasa (recuerdo cuando iba al Senado y una vez me tardé una hora y media de más en llegar) que el metro simplemente ya no avance y venga con sobrecupo. Esta vez había arrastrado más cosas que estabn haciendo el escenario perfecto del día de perros: desde la mañana tenía malestar estomacal y me sentí del carajo hasta que tomé unos antiácidos y acompañé a mi hermana a su trabajo y pasé los sanitarios de allá.

Son las 9 y llamo a trabajo para explicar mi retardo, algunos más lo hacen también. Pasan otros 15 minutos hay gente que golpea la pared del tren, uno más discute con un policiía alegando “si van a aumentar la tarifa está bien; pero al menos den un buen servicio”. Por fin el avance es fluído, tanto entrar como salir se asemeja más al slam. Debo acercarme sutílmente a la salida para librarme en la estación Eugenia. Una hora desde Hidalgo hasta mi destino.

Para acabarla de amolar, se acabó la pila del mouse inalámbrico y tenía pendientes. Me tranquilicé, le metí galleta a la chamba y terminé. Por ahí encontré unas pilas AAA y aunque no solucionó por completo la bronca del ratón, sí me permitió cerrar el día mejor. Iba a decir que tuve un día de perros, pero sólo fue en la mañana, el resto del día estuvo bastante tranquilo.

Cuando salgo del trabajo aún no oscurece. La luna se asoma como un actor que entra antes de tiempo y a pesar de la inoportunidad natural, me gusta cuando eso sucede. Vuelvo a subir al metro y lo más grave que sucede es que dos señoras se pongen a reír como adolescentes, gritos tan agudos que molestan. Sin embargo no le doy importancia. Salgo de Indios Verdes y sin hacer fila subo al transporte que me acercará a casa, a descansar y reponerse para el día siguiente.

Hoy entré nuevamente a Hidalgo y me di cuenta que lo de ayer fue meramente circunstancial. Llegué a tiempo, compré pilas nuevas y me la he pasado bastante tranquilo, no hubo punzadas matutinas en el estómago Sólo tengo un poco de sueño pero a ratos se quita, además hoy juega México, quizá vea todo el partido.

Hoy es quincea, motivo suficiente para sonreír aún más.

Nos vemos en el futuro.

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