viernes, julio 03, 2009

POLÍTICA SECA

Pues que a Leo se le ocurrió hacer algo para el sábado. Pero yo había leído o escuchado por ahí que habría ley seca el fin de semana electorero. Encontré la nota que decía que había un acuerdo entre el gobierno capitalino, el IFE y el IEDF para que se prohibiera la venta de bebidas alcohólicas en la Ciudad de México. Lo sorprendente es que hace algunos minutos, el mismo Jefe de Gobierno acaba de decir (lo que suena más a un comentario al calor del momento que a una declaración oficial) que no habría tal disposición oficial porque “eso ya no se usa”.

La falta de seriedad en las declaraciones de los políticos no es nada raro en México. Hay elecciones el fin de semana y durante varios meses los partidos y el instituto electoral nos han puesto hasta la madre con sus anuncios. Saturan al grado del hartazgo y permiten un panorama en que propuestas que siempre ocurren como el voto nulo, se transformen en movimientos organizados que con poco ruido, incomodan y llaman la atención de un sistema políticamente conveniente.

Creo que ante este escenario donde los políticos, por más publicidad que impongan y por más acarreados que junten en los mítines, no hallaron palabras para justificarse ante una sociedad cercana a sus límites de tolerancia. No sé si seamos como el estereotipo del macho mexicano, que tenga que embriagarse para armarse de valor y hacer un ejercicio que a fin de cuentas no cambia las cosas. Gane sultano o perengano, no hará nada, vendrán los plurinominales (que no elegimos y que saltaron de otro puesto) y le acompañarán a rascarse la panza mientras el país se cae a pedazos.

No creo hacerlo, pero me vendrían bien unas chelas antes de ir a las urnas. José Alfredo decía en “Caminos de Guanajuato” que “la vida no vale nada”… pero aun así uno vive. Las elecciones tampoco servirán para nada, pero aun así votaremos. Parece ser que es una ley de vida hacer cosas insignificantes. Uno podría tener un criterio para elegir entre “buenos y malos”, pero la verdad es que nadie es totalmente bueno, o totalmente malo: somos humanos, imperfectos, capaces de hacer bondades loables o las maldades más repugnantes.

Quizá este sábado, el plan de Leo me sirva para olvidarme un poco del país, de sus problemas y de los míos también. Reír un poco y chocar las botellas mientras el entorno se transfigura en nuestros sentidos. Quizá sea el “cocowash” perfecto para que el día siguiente, en domingo, vaya a la urna a ejercer mi derecho ciudadano (mintiéndome al pensar que los que murieron por el voto libre no lo hicieron en vano). Tendré tres boletas a la mano para plasmar mi decisión, oportunidad quizá para maquinar distintas posibilidades antes de que manchen mi dedo con tinta indeleble.

Por cierto, no sé si Ebrard es un engreído de primera o un pinche genio: una de dos!

Nos vemos en el futuro.

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