martes, diciembre 02, 2008

LA MÚSICA QUE ME SIGUE

Amo la música, la bien tocada, la que me impresiona por sus acordes o por sus letras, la que me recuerda un momento de mi vida. Amo las sensaciones que me provoca, ese sentimiento de ser parte de algo (conocido o desconocido) por algunos minutos, una droga para los oídos, un estímulo para la sangre, canciones que por alguna razón me hacen sentir bien.

De repente llegan rolas que se pegan a mí, se proyectan y me siguen como una sombra. No me dejan hasta que haya consumido todo lo que pretenden darme, o en el momento en el que llega otra a ocupar su lugar. Las escucho repetidamente, las silbo, las canto tantas veces como sea necesario, como tomar caramelos de una bolsa hasta que te los acabas por la gula. Se me pega una canción y esa fue mi forma para quitármela, disfrutándola en el proceso.

A veces, como saben los que tienen un rato conmigo en el blog, que me pasa como a Tarantino, que escucha una canción e imagina una escena de una historia por contar. De la manera en que uno encuentra 10 centavos que completan un peso, esta rola llegó a mi vida. Ya ven que ya quiero escribir otra historia para volver a pedir una beca, una melodía también fue un detonante, pero me faltaba algo que completara el círculo y así buscando entre canciones de Álvaro Carrillo, me encontré una de Roberto Cantoral llamada “Noche no te vayas”. Como la mayoría de los boleros, una rola deliciosa:



Miguel Ríos fue la primera persona que yo escuché cantar rock en nuestro idioma, antes de Caifanes, de Soda y muchos otros. Recuerdo que mi papá compró un cassette, esa música me fascinó, no había nada parecido en la radio, letras que de niño creía distintas y que de grande observé que tenían la carga emocional y hasta filosófica del roquero de los 60’s. Al principio no conocía mucho y hoy no todo lo de Ríos me fascina, a veces siento que le falta un buen letrista; pero la forma de cantar, un mix entre el Soul y Cervantes; una facha de un posible Elvis si hubiera vivido en los 80’s que lo distinguían y lo colocaban en mis gustos más exquisitos.

Viendo su concierto Rock & Ríos del 82 (el año que nací, fíjense) en una parte canta "Buscando la luz", que en su versión original es fantástica; una mezcla de filosofía zen, mantrams recitados (como en ciertas rolas Beatleras).Me sorprendió que viniera en una recopilación de Miguel llamada “Canciones de amor para tiempos difíciles”. Gran título. No puedo dejar de cantarla, como todas las rolas que aparecen en este video del concierto que mencioné:



Y pues ya, esta semana me detectaron colitis (por estrés, me dijo una guapa doctora) y aparte me dieron medicamento para desparasitarme. No he encontrado una mejor forma de sobrellevar los días que escuchando música y cantándola. Aparte sigo leyendo. Ya terminé Rayuela de Julio Cortázar y ahora retomaré “La región más transparente” de Carlos Fuentes, un libro no me va a vencer.

Nos vemos en el futuro.

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